El 13 de febrero de 2005, el mundo católico fue sacudido por la noticia de la muerte de Sor Lucía de Fátima, la última vidente de la Virgen María en las apariciones de 1917 en Fátima, Portugal. Sor Lucía nació con el nombre completo Lucía de Jesús dos Santos en Aljustrel, Portugal en 1907. Con solo 10 años, ella y sus primos Francisco y Jacinta Marto, presenciaron una serie de apariciones de la Virgen María en la Cova da Iria, cerca de su casa. Fue durante estas apariciones que la Virgen les confió tres secretos, uno de los cuales fue revelado públicamente en 1941 y los otros dos en 2000. Sor Lucía decidió ingresar en el convento de las Hermanas de Santa Dorotea en España para dedicar su vida a la oración y a la penitencia. En 1948, ingresó en el Carmelo de Coimbra, donde vivió en clausura hasta su muerte. Durante su tiempo en el Carmelo, sor Lucía escribió varios libros sobre las apariciones de Fátima y se convirtió en una figura clave en la promoción de la devoción a la Virgen de Fátima. La muerte de Sor Lucía fue una gran pérdida para la Iglesia Católica y para todos aquellos que seguían su obra. La Madre Superiora del Carmelo de Coimbra, Madre María de los Ángeles, anunció su muerte en un comunicado que dice: “Queridos hermanos y hermanas, nuestro encuentro cotidiano en oración con sor Lucía ha llegado a su fin. En la madrugada del domingo, 13 de febrero de 2005, a las 5:25 am, ella partió a la casa del Padre, a quien amó con todo su corazón”. La muerte de Sor Lucía fue recibida con tristeza en todo el mundo católico. El Papa Juan Pablo II, que tenía una gran devoción por la Virgen de Fátima, envió una corona floral con el siguiente mensaje: “Con recuerdo agradecido de nuestra visita a Sor Lucía en 2000, cuando pudimos abrazarla y dar gracias juntos por el mensaje de Fátima, para que el mundo escuche su llamado a la penitencia, la conversión y la reconciliación, os expresamos, como signo de unión con este venerable testigo del mensaje mariano, la cercanía y la bendición apostólicas”. El funeral de Sor Lucía se llevó a cabo en el Santuario de Fátima el 15 de febrero de 2005. Se dijo una misa en su memoria, y su cuerpo fue enterrado en el cementerio del Carmelo de Coimbra. En los años que han pasado desde la muerte de Sor Lucía, su legado ha seguido vivo en la Iglesia Católica. Su obra literaria ha sido una fuente de inspiración para muchos, y su testimonio de devoción a la Virgen de Fátima ha sido un ejemplo para todo aquel que busca una relación más profunda con Dios. La Iglesia Católica ha declarado que su ejemplo heroico de vida cristiana es un modelo para todos nosotros y que deberíamos seguir su ejemplo de fe y compromiso con Cristo y su Madre. En resumen, la muerte de Sor Lucía de Fátima fue un evento triste, ya que la Iglesia Católica perdió a una de sus figuras más importantes. Sin embargo, su legado de devoción a la Virgen de Fátima ha continuado vivo después de su muerte, y su ejemplo de vida cristiana sigue siendo un modelo para todos aquellos que buscan una relación más profunda con Dios. Que su recuerdo siga siendo una fuente de inspiración y fortaleza para todos aquellos que buscan la verdad y la salvación en Cristo.
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