El tiempo ordinario en la Iglesia Católica se compone de varias semanas a lo largo del año litúrgico. Estas semanas no están relacionadas con los tiempos fuertes, como el Adviento, la Navidad, la Cuaresma o la Pascua, sino que son conocidas como semanas ordinarias.

Existen dos períodos de tiempo ordinario en el año litúrgico: el primero, que va desde la fiesta del Bautismo del Señor hasta el comienzo de la Cuaresma, y el segundo, que va desde la fiesta de Pentecostés hasta el inicio del Adviento.

El primer período: tiempo ordinario después de la Navidad

El primer período de tiempo ordinario después de la Navidad comienza el día siguiente a la festividad del Bautismo del Señor y dura hasta el miércoles de ceniza, que marca el inicio de la Cuaresma. Esta etapa puede durar entre tres y nueve semanas, dependiendo de la fecha en que caiga la Semana Santa.

El segundo período: tiempo ordinario después de Pentecostés

El segundo período de tiempo ordinario comienza después de la celebración de Pentecostés y se extiende hasta el inicio del Adviento, que marca el comienzo del nuevo año litúrgico. Este período es más largo que el primero y puede durar entre veinticinco y treinta y cuatro semanas.

Cuál es el propósito del tiempo ordinario?

El tiempo ordinario tiene un propósito muy importante en la vida litúrgica de la Iglesia Católica. Durante estas semanas, los fieles son llamados a vivir su fe en el día a día, sin las celebraciones extraordinarias de los tiempos fuertes. Es un tiempo para reflexionar sobre el Evangelio, profundizar en la enseñanza de Jesús y crecer en la relación con Dios y con los demás.

Cómo se vive el tiempo ordinario?

En el tiempo ordinario, la Iglesia propone lecturas bíblicas específicas para cada día de la semana, que son proclamadas durante la misa. Estas lecturas suelen ser extractos de los Evangelios y otros libros sagrados, y nos invitan a meditar sobre las enseñanzas de Dios y a aplicarlas en nuestra vida diaria.

Además, durante este tiempo, los fieles pueden participar en las diversas celebraciones litúrgicas y sacramentales que se realizan en las parroquias, como la misa diaria, la adoración eucarística y la confesión, entre otras prácticas de fe.

El tiempo ordinario es una parte esencial del año litúrgico en la Iglesia Católica. Aunque no tiene la solemnidad de los tiempos fuertes, nos ofrece la oportunidad de vivir nuestra fe en la cotidianidad. A través de las lecturas sagradas y las celebraciones litúrgicas, somos llamados a crecer espiritualmente y a profundizar nuestra relación con Dios.

Por lo tanto, es importante valorar y aprovechar cada semana de tiempo ordinario, reconociendo que en lo ordinario también podemos encontrar la presencia y la gracia de Dios en nuestras vidas.

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